Es aquí donde aparece la figura del ribacero, encargado de la construcción de ribazos, que consiste en un muro de piedras que se sujetan entre sí, sin ningún tipo de argamasa o yeso.
La técnica se basaba en localizar la piedra ideal.
Para ser ribacero se requería gran habilidad y una gran dosis de paciencia. Aunque en muchas ocasiones era el mismo agricultor y su familia quien construía el ribazo, con el transcurso de los años fueron formándose verdaderos profesionales.
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